sábado, 11 de marzo de 2017

El problema de la cocaína gallega

Según estimaciones de las instituciones dedicadas a la fiscalización y persecución de los delitos de narcotráfico, cada año entran 60 toneladas de cocaína por Galicia, diez veces más de lo incautado.

Las mafias gallegas
Más que conocer el mercado, lo dominan desde hace décadas. Pero no solo por la infraestructura que poseen, que también, sino que los conocimientos detallados que acumulan del litoral y sus escondites son un valor añadido que los diferencia de la competencia patria, además de convertirlos en los socios perfectos para los cárteles exportadores que imperan al otro lado del Atlántico. Lo cierto es que el tráfico de cocaína en España sigue siendo cosa de las organizaciones criminales gallegas, que no solo operan en su tierra, ya que sus tentáculos se extienden por el resto de España para desviar la atención de los profesionales que ponen freno a esta lacra. La realidad es que, solo en el 2016, se incautaron, al menos, 6.215 kilos de cocaína con acento gallego. A la hora estimar qué cantidad total de alijos pudieron burlar la atención de los investigadores, el cálculo se realiza atendiendo a la famosa teoría de la décima parte.

Cada una de las memorias que, por ejemplo, elabora la Fiscalía General del Estado así lo recoge. Existe la creencia asentada de que cada año solo se confisca una décima parte del total de mercancía que llega a las calles. Es por eso que, al hacer un balance del 2016, la cifra que se obtiene se eleva a 60 toneladas. Cantidad que, consultada con diferentes fuentes que pertenecen a unidades especializadas de la lucha contra la droga de la Policía Nacional y la Guardia Civil, se ajusta perfectamente a la realidad. El balance del 2016 se resume fácilmente atendiendo a los grandes alijos, aunque cabe decir que son otras muchas las partidas requisadas que oscilan entre un par de kilos y varios cientos, como ocurrió en Lousame a principios del año pasado, cuando se localizó un contenedor en una empresa con 250 kilos de droga camuflados entre piedras de carbón.

También hay que citar los 3.000 kilos que se incautaron en una nave de Barro (Pontevedra), o los 2.575 kilos que viajaban en barco desde Marruecos el pasado mes de noviembre y cuya autoría intelectual se atribuye a una organización gallega. Otros 115 kilos completaban una singladura desde el Caribe cuando fueron interceptados. Por último, hay que citar la media tonelada de esta droga que fue localizada en Algeciras y que tenían como destino final Galicia. 

Precios oscilantes
Los precios de la coca fluctúan una vez que llega a tierra. Por ejemplo, existe constancia, desde poco antes de Navidad, de la existencia de una gran partida que fue desembarcada en algún punto de la península y saturó este mercado ilegal.

Tal es la situación que a día de hoy, y en algún concello de la comarca de O Salnés, el valor de un kilo está unos 5.000 euros por debajo de su precio habitual. El coste de cada kilo, de comprarse a estos proveedores, puede moverse en los 27.000 euros, cuando lo normal es que su valor llegue a 32.000. Aunque, todo hay que decirlo, la cotización depende de la confianza que tengan vendedores y compradores y de la cantidad que se adquiera, ya que no es lo mismo comprar y pagar un kilogramo que diez.

Lo que resulta seguro, y para eso solo hay que seguir de cerca el día a día en cuarteles de la Guardia Civil o comisarías de policía en lo referido a las incautaciones del trapicheo, es que la droga que se vende en formato de menudeo en las calles está adulterada en exceso, llegando en muchas ocasiones a tener únicamente un 30 % de la sustancia por la que el consumidor paga.

El problema de los Países Bajos
Los datos estadísticos son claros. En el año 2015, a nivel europeo, España fue el país donde más kilos de cocaína se han intervenido (el 43% del total), aunque eso no significa que sea el lugar por donde entra más droga. Actualmente, Holanda -a través del puerto de Róterdam, que acumula el mayor volumen de tráfico de contenedores de toda Europa y el tercero del mundo- es el destino preferido por los carteles sudamericanos. Esto se debe a los altos índices de corrupción existentes en la aduana holandesa, así como a la falta de preparación y presupuesto policial, explican las fuentes consultadas en la lucha contra el narcotráfico en Galicia, cuyas investigaciones acaban, sobre todo en los últimos años, muchas veces en el país de los tulipanes.

Esta situación ha provocado que Holanda continúe siendo la puerta de entrada de la heroína en Europa, también través de contenedores y superando ya ampliamente el modus operandi que venía siendo tradicional, y que se basaba en la entrada por tierra a través de vehículos de todo tipo. Después de Holanda, Bélgica -principalmente a través del puerto de Amberes- es el punto de acceso predilecto por las mafias de la cocaína y la heroína por las mismas razones: falta de preparación y especialización policial en la lucha contra la delincuencia organizada. 

Antecedentes recientes
El puerto de Róterdam fue escenario, el año pasado, de una investigación tutelada por Unidades de Droga y Crimen Organizado de Galicia. La operación se bautizó Globos y tenía como protagonista a una organización asentada en Barbanza que, presuntamente, recibió un cargamento de varios cientos de kilos procedente de Colombia que, tras hacer escala en Venezuela, llegó a esta zona portuaria holandesa con dos objetivos. 

Esquema de la operación Globos desarrollada por la Guardia Civil. Gráfico: La Voz de Galicia [2016]

El primero consistía en colocar una parte de la remesa en Suecia, y la otra buscaba el transporte por carretera del alijo para colocarlo en España. Y todo eso orquestado, según parece, desde la capital barbanzana.


Calificación de la ONU
La Organización de las Naciones Unidas concede a Galicia, en uno de sus últimos informes anuales sobre drogas, el triste mérito de ser la primera región del mundo en la que se desarticuló una organización que intentaba introducir cocaína en un submarino. Ocurrió en el 2006, y por ello se juzgó a seis personas acusadas de conspirar para intentar colar un alijo de unos 750 kilos de droga a través de un artefacto sumergible de fabricación casera que fue construido en Gondomar. A mayores, y en el mismo contexto mundial, la ONU sitúa a la comunidad autónoma gallega al mismo nivel que a México e Italia a la hora de explicar el peso que tienen sus organizaciones criminales en el flujo internacional del narcotráfico.

La comparativa, realizada por la oficina de drogas y crimen organizado de Naciones Unidas, explica que la costa gallega, que tiene una extensión de 1.498 kilómetros, supone el trampolín de entrada perfecto para los clanes oriundos y sudamericanos a la hora de introducir una mercancía que, luego, se reparte por España y el resto de Europa. En la misma comparativa se habla de México, que tiene el mismo rol de trampolín para meter en EE.UU. la droga, ya sea producida en el mismo país o en otra nación de Sudamérica. A Italia, sobre todo bordeando Sicilia o la bota que forma el sur peninsular, se le otorga el mismo papel, pero, en este caso, para transportar la heroína procedente de Oriente Medio que, desde esas regiones, se reparte por el norte de Europa, a través del puerto de Marsella, o por España.

Atendiendo al mismo estudio, que fue realizado en el 2015, «las incautaciones de drogas en España indican que el 81 % de la cocaína era originaria de Colombia y sus países vecinos (la República Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Panamá). El tráfico de cocaína hacia Europa está orquestado, en gran medida, por grupos colombianos de la delincuencia organizada que forjan alianzas con diversas bandas de delincuentes que operan en Europa y con grupos españoles, preferentemente, del noroeste peninsular».

Fuente:
Artículo original de La Voz de Galicia

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